sábado, marzo 13, 2010

Cuando abrí los ojos, ya estaba en otro sitio. La anestecia ya no hacía efecto, la realidad se me mostró de frente, pura.
Estaba sentada frente al mar, un mar que parecía el mío, tan vivo, tan infinito. Estaba segura de dar vuelta la cabeza y ver mis cerros, mis casas, mis colores volando al viento, mi aire melancólico y desgastado por el paso de los años... dar vuelta la cabeza y setirme en casa.
Hoy doy vuelta la cabeza, y trato poco a poco de apoderarme de las cosas, de todo lo que me rodea, y sobre todo de mi misma.
Las calles de este lugar son cada vez menos extrañas y perdeme en sus laberintos ya no es tan angustiante. El vocabulario se va fundiendo en mi saliba, creando una mezcla rara de un sin fin de dialectos.
Sé que mis raices siempre estarán en un mismo lugar, ahora solo queda tratar de moverse.

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