La galaxia de lunares
vuelve a posarse sobre los blancos valles.
Tu boca, sedienta de mi carne,
se torna insaciable flor de lava,
rompiendo cada coyuntura.
Extasiada de tanto derroche,
Incredula de tanta felicidad.
Y qué importa el color del miedo,
si la textura de la grandeza es seda y purpurina.